Marian

Le pedí asistentes a “dios” (que yo les llamo muletas). Y antes de nacer me debió decir: “¡Mete esto en la maleta!: PALABRA Y LUZ. Con esto tienes de sobra”. Y metí, toda obediente, una cámara de fotos, un lápiz y una libreta. Primero fue la escritura, luego la fotografía y ahora conviven, se ayudan y dialogan entrando y saliendo la una en casa de la otra.

Soñadora de nacimiento, escritora temprana y fotógrafa tardía, me diplomé en Magisterio (1996, Universidad de La Rioja) y durante casi una década ejercí la profesión, pero una nueva vocación irrumpió con decisión en mi vida y en 2004 emprendí mi andadura por el mundo de la imagen, cursando dos años de fotografía profesional en IVASFOT (Instituto Vasco de Fotografía), en Donostia-San Sebastián. En 2007 inauguré mi propio estudio y durante años me convertiría en un referente de la fotografía social en la ciudad, periodo en el que además colaboré con artistas internacionales e impartí talleres y charlas.

Siguiendo el ciclo respiratorio de expansión-retracción, en 2015 decidí invertir el orden y dedicarme casi por completo a un trabajo más íntimo e introspectivo. El curso “La construcción de un proyecto personal” con Ricky Dávila en el CFC (Centro de Fotografía Contemporánea) de Bilbao me ayudó a ir descubriendo las claves de mi propio discurso visual y vital. Reconciliada con el mundo y conmigo misma, la cámara volvió a convertirse en ese pasaporte que anhelaba para viajar a los rincones más recónditos de mis cercanías.

En marzo de 2019, fruto de la necesidad de sacar a la luz una ínfima parte del infinito cajón de mis pensamientos, publiqué Más cerca del paraíso (Editorial Círculo Rojo), un poemario donde lo visible y lo invisible se entretejen en la misma tela de araña. Desde 2020 formo parte de la Fundación Yehudi Menuhim como voluntaria en el programa MUSE, integrando el arte dentro del currículum oficial de los alumnos.

Además, compagino la docencia con trabajos paralelos donde la creatividad, el arte y la consciencia están siempre presentes. En la fusión con otras disciplinas encuentro un juego de apertura y una flexibilidad que me enriquece y me interesa explorar.

La palabra es dirección.
La luz es camino.
El arte es el deseo de conectar mi humano corazón con lo divino.